Dicen que la mejor comida italiana puede comerse en América. Y no falta razón. Los emigrantes italianos, con ese amor a su tierra, se llevaron a ese continente, junto con todas sus ilusiones durante las grandes emigraciones de mediados del siglo pasado, su comida. A Estados Unidos, a Argentina..., en busca de oportunidades...
En Italia se como buena comida italiana, como no podía ser de otra forma. Doy fe de ello en primera persona, pero, ¿y en Madrid?. ¿Se come buena comida italiana?...
Hay restaurantes franquiciados en donde puede comerse con calidad a un precio razonable, pero les falta ese toque familiar, casero, el recuerdo de la "mamma".
Pues eso lo podéis encontrar en una pequeña trattoria (10 mesas) en el centro de Madrid. En pleno barrio de Chamberí, en la calle de Bretón de los Herreros, casi esquina con Ponzano, este pequeño local os transportará a Italia.
De la mano de Nacho, Jefe de cocina, de su pequeño equipo, y con la atenta mirada de Don Lisander, disfrutaréis del gusto de Italia, de la comida casera, de todos sus sabores...
Carta corta en la que abundan unas espectaculares y finísimas pizzas, ensaladas, antipasti, un homenaje especial a los huevos, pasta fresca y pasta fresca rellena, ambas de elaboración casera, risotti, carnes y postres caseros.
Os tengo que pedir disculpas por la calidad de las fotografías. Con la cámara del iPhone y la calidez del interior, no da para más; pero como espero que vayáis a conocerlo en persona, éstas solo os servirán como aliciente...
Nada más que toman la comanda, la casa ofrece un pequeño aperitivo, variable según el día. Desde una deliciosa cremita de verduras con costrini, a una mantequilla de perejil. Pasando por una combinación de queso ricotta y tomate aliñado con albahaca fresca. ¿Se nota que he estado tres veces?.
No podéis dejar de pedir alguna pizza. Finísimas. Crujientes. Delicadas. RIQUÍSIMAS. En esta ocasión una pizza tartufo, con tomate, mozzarella, huevos de codorniz, crema de camembert y trufa negra. En forma de zapatilla, larga, larguíiiiiiiiiiiisima... (va de extremo a extremo de la mesa). ¡Deliciosa!.
Si os apetece pasta fresca, los spaguetti carbonara originales e del maleducato los preparan al estilo tradicional, o sea, sin nata, solo cocidos y con panceta, yema de huevo, pimienta y queso pecorino. Como originalidad, presentan la yema entera, y el camarero de la rompe y envuelve con los spaguetti calientes... Si os apetece, podéis incorporar parmigiano reggiano recién rallado. Rico...
O si preferís la pasta rellena os recomiendo las plateras rellenas de trufa con salsa de foie,
o los cuadretti di solomillo con salsa de parmesano.
Y para recordar los sabores de la cocina piamontesa, qué mejor que un vitelo tonnato. Finos filetes de ternera cubiertos de una cremosa mahonesa de atún escabechado y acompañado de alcaparrones.
Para "empujar" una focaccia, finísima y del mismo porte que su hermana la pizza. No nos dejamos nada en el plato, ahora que, a falta de miga, imaginad como rebañamos...
No podíamos marcharnos sin tomar un risotto, que Nacho te trae en su cazuelita y termina de envolver y rematar delante del comensal. Risotto al tartufo.
Pues aunque no os lo creáis, dejamos hueco para los postres, que por cierto, los canta el camarero.
El clásico cannolo siciliano, con su masa hojaldrada, dura, rellena de crema de queso ricota y con su naranja confitada en los extremos.
La pannacotta de chocolate blanco. Firme pero temblorosa. Como mandan los cánones. Suave, ligera y deliciosa.
Y el tradicional tiramisú, servido en vasito. No os digo más que repetimos...
Terminamos con un café ristretto y una copita de grappa.
Acompañando la comida no podían faltar unos vinos italianos. De blanco optamos por Trentino. Müller Thurgau 2012. Y para el tinto nos decantamos por un Barolo, COMM.G.B. Burlotto 2007. Ambos muy interesantes.
Solo me falta dar las gracias a Paloma, pues por su comentario en Facebook conocí este pequeño pero gran restaurante.
Ya estás entre mis favoritos...
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