Villa del Prado es un municipio que se sitúa en el sureste de la Comunidad de Madrid, limítrofe con la provincia de Toledo por el sur y muy cerca de la de Ávila (que le queda hacía el este).
Está ubicada dentro de la cuenca del río Alberche, por lo que sus tierras son ricas en nutrientes, lo que unido al clima, hace que este municipio sea conocido (y reconocido) como
la huerta de Madrid.
Efectivamente, en las huertas de Villa del Prado se da la mayor producción de verduras y hortalizas de toda la Comunidad: tomates, lechugas, pepinos, calabazas, calabacines, zanahorias, cebollas, judías verdes, berenjenas, alcachofas, entre otras muchas. Amén de sus cepas, sus olivas y sus árboles frutales.
¿Y por qué tengo yo que hablar de Villa del Prado?. Pues lo vais a entender, no es otra cosa más que el cierre del círculo. Veréis...
Como ya sabéis yo me dedico a la construcción, y resulta que me están haciendo una pasarela peatonal sobre la carretera M-856, en el término municipal de Villaviciosa de Odón.
Dentro del equipo que construye hay dos partes claramente diferenciadas: una es la Propiedad (que yo la represento junto con otros compañeros: ITOP, topógrafo, calidad, vigilancia, etc...) y la Constructora (en donde siempre hay un Jefe de Obra, un encargado y un topógrafo, al menos; amén del resto de mano de obra directamente productiva).
Y en esta obra, de parte de la contrata, tenemos un encargado que vale un potosí. No solamente por su experiencia y buen hacer, si no por la mano que tiene para los pucheros y, especialmente, por su huerta que, ¿sabéis donde la tiene?. Pues en su pueblo:
Villa del Prado.
A Julio, "el filete", como se le conoce en el pueblo, no hace falta más que mirarle a los ojos y darle la mano para saber el tipo de persona que es: buena gente. Y prueba de ello es la celebración que hemos hecho (que ha hecho) en su huerto para celebrar la "bandera" de la pasarela (ya os contaré más adelante de que se trata este evento).
Este es el huerto de Julio, mejor dicho: su invernadero.
Y dentro del invernadero tomates, pimientos verdes, berenjenas, pepinos, melones, sandías...
En el resto de la finca no le faltan las cepas de tempranillo, tanto en vaso como en espaldera, ya plagadas de racimos esperando su maduración.
Fuera unas tomateras tanto de kumato como del tomate que se ha sembrado siempre en Villa del Prado, con sabor, de los de toda la vida.
Y unas cebolletas. Y calabacines. Y lechugas. Y hierbabuena.
Y unas cuantas gallinas (con sus huevos)...
Por eso no me extraña que Julio pase aquí todos los fines de semana regando, quitando malas hierbas, haciendo surcos, abonando... disfrutando en definitiva. Esta es su casa, esta es parte de su vida, y he tenido la suerte de disfrutar de ella con él.
Volvamos a la "bandera". Supongo que much@s de vosotr@s habréis visto en una casa en construcción que en un momento de la obra, y siempre antes de verla terminada, se coloca una bandera de España en el tejado. ¿Sabéis que significa esto?... Es una tradición que viene a decir que, una vez "cubiertas aguas" de la casa (esto es, cerrado el tejado, hecha la cubierta) si se invita a comer por parte del Constructor (o incluso en ocasiones la Propiedad) a la cuadrilla que la está construyendo, ésta coloca una bandera que indica que han sido invitados.
Nosotros en ingeniería civil no colocamos banderas, y como ya hemos colocado la pasarela metálica (pero aún queda hormigonar la losa y hacer la urbanización de acceso), hemos aprovechado para celebrar la bandera, porque ya la hemos cerrado (pasado de un lado a otro).
Para la ocasión Julio ha preparado de aperitivo en su huerta unos conejitos nuevos, jovencitos, pequeños, de este año, con pimientos verdes, que estaban de rechupete.
Junto con unas gambas al ajillo que estaban para saltársete las lágrimas, y no por el picante, sino por lo ricas.
Finalmente, como colofón, un cocido madrileño de órdago a la grande, con su carne, sus huesos, su tocino, su jamón, sus verduritas recién cortadas y unos garbanzos pequeños, de Pedrosillano que parecían manteca, hecho en cazuela a fuego lento. ¡Ole!. Así saben las cosas.
¡Ah!, y un poco de ensalada con lechuga, tomates y cebolleta de su huerta, para pasar el mal trago (jejeje).
Yo he puesto el vino para la comida, "Cantorral", de la Cooperativa del pueblo, bodega Virgen de la Poveda. Para hoy un clarete fresquito, aunque dispone de una gran variedad de la que hablaremos en otro momento.
Y como he sido un chico bueno y buen ayudante en la cocina (eso lo digo yo, jejeje), Julián me ha abastecido de varias hortalizas y verduras de su huerto, recién cogidas (judías verdes, tomates, pepinos, calabacines, pimientos verdes y berenjenas), por lo que en estos días, subiré las preparaciones que haga con ellas, para comerlas en todo su esplendor.
Espero que os haya gustado este post a la vez que os invito a conocer el pueblo, sus verduras y hortalizas, y su entorno, especialmente la ermita de la Virgen de la Poveda y sus inmediaciones en donde, para este tiempo de calor, podréis disfrutar de un agradable baño en el río Alberche.
Ya me diréis.