El pasado puente del padre, hicimos una ruta gastrocultural a la provincia de Zamora y alrededores (incluyendo Salamanca y Portugal). De Salamanca ya di cuenta de ello en varios post (rte. El Alquimista y gastrotasca TAPAS 2.0). Me queda Portugal y Zamora. Ya daré cuenta de ellos.
Empecemos...
ZAMORA: municipio y ciudad española situada al noroeste de la península ibérica, dentro de la Comunidad de Castilla y León, y capital de la provincia homónima. Con más de 65.000 habitantes es una "pequeña" (y envidiable) ciudad en la que podemos disfrutar de su conjunto histórico-artístico, su Semana Santa, su comida, su gente... Si queréis conocer más de Zamora, pinchad aquí.
TORO: municipio y ciudad española situada en la provincia de Zamora, a unos 30 km. de la capital. Toro es conocido principalmente por sus vinos. Sus orígenes son anteriores
al asentamiento de los romanos. En la Edad Media fue considerado un bien de gran aprecio, siéndole concedido
privilegios reales que permitían su comercialización en ciudades donde la venta
de otros vinos estaba prohibida. Se llenaron con estos vinos bodegas reales y navíos que alcanzarían las
tierras del nuevo mundo. Durante el siglo XIX se exporta en grandes cantidades a Francia para suplir
la falta de vino provocada por la plaga de la filoxera. En los años 70 del siglo XX se dan los primeros pasos para crear lo que con
el paso del tiempo llegaría a ser la Denominación de Origen Toro, cuya
culminación llega en 1987.
Pero Toro tiene algo más que vino: sus calles, su Colegiata... Si queréis conocer más de Toro, pinchad aquí.
MORALES DE TORO: municipio zamorano de poco más de mil habitantes situado a unos ocho kilómetros a Toro. ¿Qué decir de Morales de Toro?. Pues que tiene un encanto especial, que tiene varias bodegas que se acogen a la D.O. Toro, y, entre otras, cosas, que está el restaurante CHIVO.
El restaurante lleva al nombre de uno de los propietarios, Chivo, bueno, el apodo con el que se conoce en el pueblo a Agustín Gamazo. La otra propietaria su hermana, así que todo queda en el cabrerizo, digo en casa.
El local es acogedor. Como si estuvieras en tu casa. El trato agradable. El servicio discreto. Y lo mejor la anécdota que nos pasó nada más llegar. Os la cuento.
A mi me gusta llegar siempre pronto a comer a los restaurantes, aparte de que sea en el primer servicio (caso de turnos), ser siempre el, o de los primeros. ¿Por qué?. Pues hay menos agobios en cocina y en sala, y eso lo nota el comensal.
Pues nada. Reserva a las 14:00 y en ese afán de ser el primero, nos presentamos a las 13:30 h.
- Buenos días (le digo al camarero de la barra).
- Buenos días (me contesta).
- Teníamos una reserva a nombre de José Romero a las 2. Hemos llegado un poquito antes...
Y "al loro":
- ¿Un poquito antes?, me contesta con asombro. ¡Han llegado muy pronto!. ¡Prontíiiiiiiiisimo!.
Me quedé algo más que asombrado, pero bueno, no se preocupe que nos tomamos antes un vinito. Usted me avisa, le dije.
Y tres. Tres fueron tres vinos los que me tomé hasta que, a eso de las 14:15, nos dice que pasemos al salón.
Y es que el Chivo lleva su ritmo. Llegó a las 14:30 pasadas y, insisto, a su ritmo. En cualquier caso comimos bien. ¡MUY BIEN! (con mayúsculas).
Empezamos compartiendo una tempura de verduras junto con unas croquetas de gamba. Se sirven en el mismo plato. Las croquetas dentro de una copa de coctel y, a sus pies, la tempura. Las croquetas crujientes, de masa firme pero cremosa, y en su interior una gamba. ¡Riquísimas!. Y qué decir de la tempura: crujiente, sabrosa...
También al centro unos boletus salteados con yema de huevo. Un plato en su punto de textura y sabor, que hay que rematar en la mesa envolviendo éstos con las yemas. De los de "toma pan y moja".
Y así hicimos, con este maravilloso pan.
Continuamos también al centro con unos boquerones en escabeche con cebolla tierna. Frescos, en su punto, muy ricos, pero no dejan de ser unos boquerones (bocarte o anchoa) a la bilbaína. (ojo, sin hacerles ningún menosprecio).
Y a continuación los segundos.
Unas chuletillas de cordero de las que poco hay que decir. Simplemente correctas. De un buen producto y con una buena hechura, que más queremos.
El pescado francamente sorprendente, tanto por su calidad como por su punto. Merluza a la espalda estilo Orio. Blanca, blanquísima. Jugosa, jugosísima. En su punto, y punto.
Y una chuleta de ternera de Aliste. Jamás había probado esta carne. Sabrosa, tierna, jugosa. Nos os digo más. Todo sobre la "ternera de Aliste" lo podéis encontrar en este enlace.
La guarnición del pescado una ensalada de corujas, aliñada con pimentón: ¡grata sorpresa!. Y para la carne unas patatas fritas. Aún estando éstas ricas, sobraron. Lo que si pedimos repetir fue la ensalada de corujas. ¡Por Dios, qué ricas!...
Y como colofón los postres.
Una mousse de limón.
Y un helado de mojito.
La comida fue regada, como no podía ser de otra forma, con un tinto de Toro, CYAN 8 meses 2010, del grupo MATARROMERA. Vino elaborado al 100% con uvas seleccionadas de la variedad Tinta de Toro de viñedos de entre 30 y 60 años, una permanencia en barricas de roble francés y americano de 8 meses y un envejecimiento en botella de 14 meses.
Os recomiendo una visita (o más) a este local donde pudimos disfrutar de una cocina tradicional, con un buen producto y unas mejores manos.
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