En el noreste de la Comunidad de Madrid podemos encontrar una reserva de la biosfera francamente sorprendente, y más en otoño: la Sierra del Rincón (http://www.sierradelrincon.org/).
A una altitud comprendida entre los 900 y los 2.047 metros, abarca los municipios de Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, Prádena del Rincón, Puebla de la Sierra y La Hiruela, sobre una superficie total de 15.230,80 hectáreas.
Lo más conocido, el hayedo de Montejo, por ser el más septentrional de Europa. Pero todos los pueblos tienen su encanto. Os invito a que paseéis por ellos un fin de semana de otoño, para apreciar sus colores entre verdes y ocres; o un día de invierno, eso si, bien abrigados; y por que no en primavera, donde, al resurgir, la vida lo hace de un modo especial; sólo me falta el verano, ¡qué fresquito!, ¡qué buen ambiente!...
Visitad la Sierra del Rincón en cualquier momento, yo lo he hecho hoy, y como no podía ser de otra forma, haciendo una gastro-ruta. Os cuento...
Hemos quedado seis compañeros a comer en Montejo de la Sierra, aprovechando que teníamos quehaceres por los alrededores. A eso de las 14:30 h., en llegando, hemos parado en Prádena del Rincón a tomarnos un aperitivo (ya marcaba el reloj la una y media y el estomago estaba pidiendo "guerra"). Nos ha costado trabajo decidirnos y al final acertamos; paramos en el único bar que se encuentra abierto entre semana, "Bar El Rincón". ¡Qué digo bar!, tienda de ultramarinos, panadería, ¡ah, si! y bar, que tiene una barrita y unas mesas. Nada de tarjetas, que Rafael, el dueño, dice que luego no hacen más que llamarle para reservar y solo tiene tres mesas, así que, el que quiera que espabile.
¡Qué sitio tan genial!. Unos vinitos, unos llines (bote-llines, Mahou verde), una tapita de oreja, un poquito de chorizo, unas manitas de cerdo....... Vamos, que para ponerle un piso a Rafael (y a la cocinera un duplex).
Y ya con el estomago en "pre", camino de Montejo de la Sierra, a diez minutos. Aquí ya lo teníamos claro, comeremos en el restaurante El Hayedo. Ya estaba reservado que, aunque parezca mentira, tan lejos de Madrid, y entre semana: ¡se llena!.
A lo que íbamos: JUDIONES con sus sacramentos, de primero.
Judiones con sus sacramentos (morcilla, chorizo y tocino). |
Y luego varios segundos (ojo, solo uno por barba, que somos unos triperos, pero nos medio controlamos...):
Chuletón de ternera. |
Solomillo de cebón. |
Chuletas de cordero. |
La comida fue regada con un "buen" vino de frasca, su gaseosa para darle "gracia", y rematamos con café y una copita de licor (que los que tenían que conducir se la tomaron sin alcohol).
Como podréis comprobar, salimos como a nadie le importa, pero por si acaso, os aviso: ¡tienen habitaciones!...
Aunque merece la pena bajar la comida dándose una vuelta por el pueblo.
¡Ah!, ¿que queréis fotos del Hayedo?. Vamos a ver, hay que tener siempre alguna escusa para volver...
Me encanta estos rincones escondidos de España por la magia que encierran! me ha encantado tu artículo Jose! tengo pendiente de subir pronto a Toledo a ver a un amigo y si Dios quiere me pasaré a conocer un poco de aquí! Ya que conozco Madrid de pasada pero nunca he parado largo tiempo y menos por sus alrededores!! un abrazo muy fuerte!
ResponderEliminarYo casi, casi, me hubiese servido un trozo de las tres carnes, solo para comprobar la cochura de las mismas.
ResponderEliminarIntuyo que pasaron un buen día.
Saludos